Por: Raul Bretón. Un compañero de trabajo que nació en 1960 celebra hoy ‘16 años’. No leyó mal. 16 años. Al menos eso dice. Su cumpleaños no es cada año, y con asombroso desparpajo sostiene que no es culpable de haber nacido un día que solo se cuenta cada cuatro años, que nada tuvo que ver con los antepasados que durante siglos fueron organizando el calendario gregoriano que hoy nos rige. Febrero no solo es efímero, romántico, carnavalesco y cuaresmero, también es el mes que se encarga de redireccionarnos cada cuatrienio, porque los 365 días que tarda nuestro planeta en su vuelta orbital no son exactos, hay un excedente de 5 horas, 48 minutos y 45 segundos. Hoy toca recoger esas casi 18 horas que se han ido acumulando durante los últimos tres para cuadrar estos años bisiestos que ayudan a mantener la sincronización de equinoccios y solsticios que marcan principios y finales de estaciones. El 29 de febrero, por caprichos de egipcios, supersticiones de griegos y cálculos matemáticos de romanos, fue un paso necesario para mantener la armonía y cadencia entre el año calendario y el año astronómico. Si no existiera, y si el género humano dejara de jugar a la ruleta rusa con armas nucleares, los choznos de los tataranietos de nuestros bisnietos estarían celebrando navidad en pleno verano dentro de unos cuantos siglos, porque el año calendario se desfasaría del año astronómico. Es posible idear otro tipo de calendario con cálculos matemáticos más exactos que el gregoriano para evitarnos los años bisiestos, pero no sería nada práctico porque todo seguirá dependiendo de movimientos de traslación y rotación de nuestro planeta, algo que está al margen de nosotros. Hay que agradecer el invento del 29 de febrero por dar un día más al año aunque sea cada cuatro, a pesar de que muchos desagradecen esa invención humana llamada año, porque si este no existiera nadie podría saber la fecha de nacimiento de nadie. A Mauro, mi amigo que está de cumple, que se cuide del acné de los 16 mientras peina las canas de las 64 vueltas que la Tierra le ha dado al Sol desde que llegó a este mundo.